Largos -e intensos- años dedicados a la docencia universitaria, y varios cambios de planes de estudios vividos me han enseñado que es posible impartir docencia de calidad a pesar de una rígidas y obsoletas estructuras educativas y unos sistemas de evaluación siempre mal diseñados, que ignoran al alumno por completo. Y en contra de las quejas siempre escuchadas a mi alrededor, esos cambios de planes de estudios o de asignaturas impartidas, no me han afectado nunca, ni me han supuesto trastorno, mas allá de emplear veranos en reestructurar contenidos. Contenidos, eso a lo que el sistema educativo está tan apegado, pero que en sí mismo no constituye más que una pequeña parte de lo que la formación integral de personas debería suponer.

Muchas veces he escuchado las preguntas: ¿cómo eres capaz de ser todoterreno de esta manera? ¿cómo puedes adaptarte a impartir disciplinas tan diferentes, y conseguir nivel de asistencia, a pesar de la aparente dureza de tu evaluación contínua? ¿por qué renuncias a los exámenes, con lo cómodos que son?

Mi respuesta, por los pasillos, suele ser breve, pero quisiera aquí extenderme un poco más, por si pudiera servir de ayuda o reflexión a alguno de mis colegas, y contribuir así a avanzar en este apasionante mundo. Para mí, la labor docente se construye sobre una serie de pilares fundamentales;

1.- Pasión por los alumnos, por las personas que han de liderar el mundo el día de mañana. Pasión por ser palanca para despertar pasiones. Pasión por contribuir a construir el entramado de personas, de profesionales, de líderes que la sociedad necesita.

2.- Pasión por el conocimiento. Por descubrir cada día interconexiones y relaciones entre todos los ámbitos del saber, del aprendizaje y de la acción, y compartirlo con mis alumnos. Como profesor intento iluminar su camino por el apasionante mundo del aprendizaje. Pero ellos me devuelven día a día toneladas de sabiduría que agradezco, y que cada año me ayudan a construir la práctica de la excelencia en la docencia.

Los alumnos son sabios. Si los docentes aprendemos a escucharlos, descubriremos áreas de conocimiento nuevas que harán que nuestra labor docente se enriquezca día a día y sea verdaderamente práctica y duradera.

3.- Transversalidad. No tiene sentido considerar las materias y las áreas de conocimiento como estancas y con fronteras definidas. El conocimiento, el mundo en el que nos desenvolvemos es un todo, y los alumnos van a salir a él a trabajar, competir, posicionarse… y tienen que estar preparados para abordar sin miedo cualquier cosa que se les presente.

Trabajemos la transversalidad. Cooperemos entre departamentos. Marketing, finanzas, psicología, física, filosofía, ingeniería, historia, medicina, lenguaje, matemáticas… están íntimamente relacionadas. Si los chavales son capaces de encontrar esas relaciones, y perderles el miedo (perder el miedo a traspasar fronteras de conocimiento porque les explicaron en el pasado que “esa es otra materia y a “mi no se me da bien”), tendremos en el futuro a líderes brillantes, maravillosos, capaces de tomar decisiones fundamentadas y valientes. Si los profesores no trabajamos nuestros miedos, y nos pasamos el día imaginando líneas rojas de conocimiento que no podemos traspasar porque “invaden áreas de conocimiento que no es la mía”, transmitiremos esos miedos a nuestros alumnos, y los llevarán puestos como un sombrero toda la vida.

4.- Trabajo en el aula retador y por equipos. Ahora se llama “aprendizaje basado en proyectos”. Orientar a los alumnos hacia la acción, perseguir retos en equipo. Dos competencias fundamentales en el mundo en que tendrán que desenvolverse en el futuro, y que los planes de estudio no evalúan, ni valoran en la actualidad (valoran el conocimiento de la competencia, pero no la competencia en sí misma).

5.- Fomento del espíritu crítico. Aprender a cuestionar lo que leen, lo que escuchan –incluido lo que escuchan de mi – generar debate para que cada uno de ellos pueda conformar su propia opinión y no limitarse a aceptar las ajenas como buenas e inamovibles. Permitámosles avanzar como personas, como profesionales, démosles herramientas para caminar por un mundo en el que el cambio permanente es lo único estable. Para ello es fundamental que sean capaces de diferenciar entre conocimientos, competencias y creencias, y trabajar de manera consciente con cada uno de estos conceptos. Ya lo decía Ortega y Gasset : “Los conocimientos los tenemos. En las creencias vivimos.”

6.- Buscar la singularidad de cada uno de los alumnos, y la potencialidad del grupo. Querámonos como docentes, como profesores. No renunciemos al disfrute que supone trabajar para descubrir lo que hace único y especial a cada alumno.

7.- Trabajar las materias desde la práctica, y no sólo desde el estudio. Aportar experiencias prácticas sobre cada asunto que estemos abordando en el aula, y compartir los aprendizajes vividos con los alumnos, ya sea sobre la base de los éxitos o de los fracasos. Como docentes no debemos olvidar que lo que simplemente se estudia, se olvida en su mayor parte. Pero lo que se vive, se aprende para siempre.Preschool teacher teaching her children about geography. Using globe and asking the questions. Children answering the questions. Children sitting by the table and listen teacher carefully. Models in this shot are part of real kindergarten group and their teacher.

Podemos impartir docencia a pesar de las rígidas estructuras con las que convivimos. Aprendamos a amar la docencia en sí misma, como un reto precioso. Aprendamos a mirar a nuestros alumnos con otros ojos. Descubriremos el potencial que hay en cada uno de ellos, y nos apasionará la experiencia de poder contribuir a ser ese trampolín que necesitan para que ese potencial acabe conformando un gran profesional, una gran persona, un gran líder .

Disfrutemos de la docencia, querámonos, regalándonos el reto cada día de una mirada atenta y apasionada de nuestros alumnos, del sentido y la importancia de nuestra labor.

Beatriz Encinas Duval